En mi experiencia personal, he estado en situaciones donde acompaño a alguien que se encuentra triste y en particular sollozando, otras veces he sido yo la que se ha encontrado en ese lugar de desconsuelo, y lo que he notado estando en cualquiera de los dos lugares, es que no sabemos qué hacer ante un momento así. Por otro lado, en mi formación como terapeuta, he aprendido cómo se puede apoyar a un ser querido cuando expresa su dolor o descontento mediante el llanto, principalmente. Les voy a contar lo que sucede en un entorno profesional:
En mi consultorio, siempre trato de recibir a la persona con una sonrisa, considero que es una manera de demostrar un elemento que sirva para fomentar la confianza y tranquilidad con el cliente. Posteriormente, “rompemos el hielo”, algo que en psicología llamamos rapport, (realmente es innecesario decir esto pero me resulta emocionante hablar de mi trabajo). Para este momento, la gente se encuentra en apariencia tranquila, pues puntualizar el estado del clima, la noticia del día, o cualquier otra cosa que nos mantiene en un terreno neutral, no resulta amenazador, pero después, viene la inevitable cuestión cuando yo pregunto: ¿En qué te puedo apoyar?
Los que han acudido a terapia, ya saben qué ocurre, al cliente se le empieza a quebrar la voz, y los ojos poco a poco se cristalizan. Usualmente, entre lamentos, la persona se disculpa por llorar. Quiero que te des cuenta que, para mí, esto representa que la persona posiblemente ha estado conteniendo lo que siente, lo que le lastima por algo de tiempo, y aunado a esto, que no tenga presente que llorar es natural cuando se tiene dolor; por lo que, yo respondo: no hay nada qué disculpar. Respira profundo y exhala soltando esas lágrimas…
Claro, esto es lo que ocurre en mi trabajo, y sé que no es igual para ti, sin embargo, te comparto lo que sé para que si tienes la oportunidad de ayudar a alguien en un momento similar al mío, lo mires desde otra perspectiva, que te concentres en su dolor y no tanto en tu temor y por lo tanto, puedas acompañar con empatía, calidez y confianza a alguien que necesite apoyo.
Me parece curioso este tema, porque es muy probable que todos tengamos un recuerdo de alguna vez que lloramos en nuestra vida, pero cuando es alguien más, no sabemos qué se debe decir o hacer, vaya, nos resulta incómodo. Por lo que, lo primero que hay que saber es que, como ya lo mencioné, llorar es natural, es una respuesta fisiológica ante un evento que interpretamos de alguna manera perjudicial para nosotros: una relación de noviazgo que terminó, un pleito entre hermanos, presión por el trabajo o la escuela, entre otros. La emoción es un indicador que nos muestra que ese momento no es agradable. En segundo lugar, toma en cuenta que tú no le vas a resolver el problema al otro, y no es tu trabajo que deje de llorar, por lo que frases como: no llores, cálmate, échale ganas, es cuestión de actitud, bla, bla, bla… lamentablemente, aunque tu intención sea muy noble, no son muy eficientes para tu amigo, compañero, conocido o quien sea que esté sollozando. Entonces, te diré lo que puedes hacer.
Si percibes que la persona está conteniendo las lágrimas, hazle saber que está con alguien en quien puede confiar, permite que llore; puedes buscar un lugar en privado, donde pueda desahogarse libremente. Recuerda estas frases: te escucho, aquí estoy, ¿quieres contarme o desahogarte conmigo? te pueden ayudar en ese momento. Es importante contar con el consentimiento de la otra persona si quiere hablar contigo o hablar del tema; en el caso que no quiera expresar lo que le ocurre, también puedes probar con lo siguiente: puedo entender que esta situación te ha afectado, no tienes que contarme sino quieres, sólo deseo que sepas que si necesitas que te apoye, no dudes en decirme o dime, por favor ¿cómo te puedo apoyar?
Es importante reconocer que, ante momentos como los mencionados, la sensibilidad tuya y la vulnerabilidad de la otra persona están expuestas, y es necesario tener respeto y empatía para “echarnos la mano” entre nosotros. Gracias por haber llegado hasta aquí, y te reconozco que te importe ayudar a los demás.
