Primero que nada, quiero expresar que es válido que te de pena comentar que estés yendo con un psicoterapeuta ¡no se trata de convencer que se le diga a todo mundo lo que haces! Mi objetivo es precisamente contribuir a erradicar esos prejuicios y tabúes para que más gente reciba el servicio de salud mental que necesita.
Usualmente, conversando con colegas, coincidimos que uno de los retos que enfrentamos en nuestra profesión es, sin duda, el prejuicio en relación con el tratamiento psicoterapéutico. En México, una persona puede demorar hasta 14 años sin el tratamiento adecuado desde que inician los síntomas del trastorno de ánimo, según la Dra. Corina Benjet, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría (INPRF, 2017) ¿Te imaginas a alguien con una herida, grande, sangrando y sin hacer nada al respecto, ignorándola? ¡Ojalá que no! Entonces ¿por qué hacer eso con nuestro dolor emocional?
El prejuicio básicamente es una opinión desde el desconocimiento, o información errónea, y es sumamente dañino. Antes de continuar con un ejemplo, agradezco a quienes participaron contestando en mi historia de Instagram, pues sus comentarios reflejan la realidad del tabú; el prejuicio que más se repitió es que la gente no acude a terapia o no dice que está en un proceso terapéutico por temor a que la juzguen de “demente” o de “débil”.
En mi práctica, es evidente que estas opiniones generen un obstáculo para cuidar nuestra salud mental. Los clientes incluso mienten cuando acuden a su cita, ya que su pareja o su familia no aceptan la idea de la terapia. O por otro lado, cuando hablan de su sentir, escuchan comentarios como: ¿y qué te va a resolver el psicólogo? ¿A poco estás tan mal? “No tienes depresión, sólo eres flojo” “Piensa positivo y todo va a cambiar”; este tipo de frases descalifican lo que la persona está viviendo, como los síntomas o malestares y por lo tanto, esta persona puede que se reprima, se calle, se aísle y sienta que no le entienden o que lo que siente es una exageración que resulta, en el peor de los casos, no contar con la atención necesaria y que la situación de malestar empeore.
Es importante hablar de salud mental desde bases científicas, claras y precisas, no desde lo que uno se imagina, o lo que ha escuchado por ahí, sin analizarlo de manera crítica. Además, es fundamental que si has acudido a terapia, compartas tu experiencia, habla de los beneficios que obtuviste; si observas a alguien frente a una dificultad, si te comparten lo que sienten, escucha y pregunta si quieren información y apoyo al respecto. Entre mejor informados, esos posibles 14 años de lucha, de incomprensión, de confusión y de miedo al prejuicio o rechazo, puedan resultar en menos tiempo y cambiar toda una vida.
La psicoterapia es un trabajo, sí, leíste bien, es un trabajo que tú haces con el apoyo de un profesional, donde el psicoterapeuta aplica técnicas respaldadas con años de estudio y práctica, no para resolver problemas, sino para que tú, de una manera más eficiente, identifiques tus pensamientos, creencias, conductas que quizás habrá que cambiar, reforzar o eliminar para enfrentar, con mejores estrategias, diversas situaciones a lo largo de la vida, entre ellas: un proceso de separación en la pareja, conflictos familiares, estrés laboral, una pérdida de un ser querido, un divorcio.
Hay mucho que abordar sobre este tema, y todavía queda un camino que recorrer y, que poco a poco, se ha abierto a desmitificar el cuidado de la salud integral. Tu y yo podemos contribuir a la sociedad dejando atrás la ignorancia y los tabúes. Hablemos de salud mental, hablemos de ser humanos.