Una vez, hace algo de tiempo, me encontraba en una consulta, específicamente en terapia de pareja; era como la quinta sesión y para este punto ya se tenía un avance logrado, lo que quiere decir que ya estaban mostrándose algunos cambios en la dinámica de la relación. Y cambios, no siempre significa que serán aceptados por todos.
En esta ocasión, vamos a hablar de dos personas A y B… se trataba de un asunto de infidelidad por parte de A, quien se encontraba sumamente arrepentida y dispuesta a llegar a un acuerdo, sin embargo, B se notaba escéptica, aún con resentimiento. En un intento mío de llevarlas a las dos a un terreno neutro, donde se evaluaran diferentes escenarios, B seguía resistente a hablar pero lo que sí pudo hacer fue preguntarme “Si a usted la hubieran engañado ¿qué haría?” No es la primera situación donde me hacen una pregunta así, incluso en otro momento me han cuestionado “y usted como mujer ¿qué hubiera hecho?”
Te comparto dos puntos importantes por los que, nosotros como psicoterapeutas no contestamos estas preguntas, la primera razón se debe a que la psicoterapia no es dar consejos, ni soluciones; un terapeuta jamás te va a decir qué tienes qué hacer porque de eso no trata nuestro trabajo. La segunda razón es que las consecuencias de lo que hagas ya sea porque alguien te dijo qué hacer o porque tú lo decidiste, no las enfrentará nadie más que tú.
Puedo entender que las personas queremos saber qué se puede hacer cuando no encontramos alguna respuesta o solución, tenemos dolor y lo que queremos es sentirnos mejor por lo que esperamos que alguien nos diga qué se puede hacer, que nos brinden una pauta o una pista. Yo diría que afortunadamente no depende de otra persona mas que de ti mismo, la voluntad es tuya, la decisión es tuya, la libertad es tuya, y no del terapeuta, no del vecino, ni de la familia. Porque como lo mencione, las consecuencias serán solamente tuyas.
Por otro lado, es común que haya clientes, que incluso, nos reten en la terapia con esta pregunta, como para ver si somos lo suficientemente inteligentes o quizás hasta nos pongan a prueba para ver cómo reaccionamos y, por supuesto, no podemos tomarnos esto de manera personal, porque nos encontramos en un contexto profesional y ético. Entonces, lo que hacemos es analizar qué ocurre detrás de esta actitud retadora, porque en terapia, no sólo hablan las palabras, lo que dices, lo que callas, tu actitud, tu postura, todo cuenta.
Para acabar la historia, mi respuesta fue con otra pregunta ¿qué se imagina usted que yo debería hacer? Y lo que ocurre aquí es que no evité la pregunta ni ignoré la curiosidad, sino que nuestro trabajo es generar precisamente la reflexión y no perder de vista el objetivo de la terapia. Dicho objetivo tiene una meta, la cual es originar un cambio en el paradigma y requiere tiempo y esfuerzo romper viejas creencias, e ideas dolorosas; la estrategia consistía en buscar o forjar un camino mutuo, que orientara a la pareja a las soluciones, y que quizás era momento de indagar otras opciones, de explorar otras posibilidades con los recursos psicológicos, emocionales y sociales que B tenía en ese momento.
Finalmente, quiero compartirte que cuando nos encontramos en terapia y queremos ver cambios es importante que invertir más tiempo reflexionando qué es lo que tú pudieras hacer y menos que haría otra persona.
