Desde niña, prefería la tranquilidad de disfrutar los juguetes en lugar de correr en el jardín. Me divertía más inventar conversaciones y personajes imaginarios que los gritos y juegos acelerados y de gran energía o actividad física. En cuanto a fiestas y reuniones sociales, siempre me ha alegrado más el platicar con un par de personas, poner más atención que bailar y cantar con la música ensordecedora.
Creo que hasta el día de hoy he sido incomprendida en estos aspectos, pero conocerme a mí misma me ha ayudado a entender que yo me nutro más de conexiones significativas; de mirar a los ojos, escuchar y que mi mente se expandiera en un colorido terreno de imaginación en relación lo que la otra persona me contara. Sin embargo, en mi infancia, jamás habría contestado a la pregunta ¿Qué quieres ser de grande? Que quería ser psicóloga pero en mi adolescencia comprendí que la psicología y la psicoterapia requerían de esas características que yo poseía y que definitivamente disfrutaba, pero lo mejor fue reconocer el poder que tenía mi vocación para abrigar al prójimo del ruido y el caos en el que se encontraran.
A través de mis estudios y experiencia tratando de entender la conducta y el contexto del ser humano, no he hecho más que honrar mi profesión, la misma que ha sido incomprendida y subestimada; juzgándonos de “locos”, ignorando nuestra historia que posiblemente data desde ¡hace más de 10,000 años! Cuando nuestros antepasados trepanaban los cráneos en búsqueda de alivio no sólo a dolencias físicas, también de comportamientos fuera de lo común… lo que Paul Broca suponía la cura para la insania o “posesión de un espíritu”; ¿te imaginas a estos antepasados tratando de preservarse, buscando en sus cuerpos el origen de sus malestares?
Otro hito sin el cual no existiría esta ciencia, el estudio del alma, ocurre en la antigua Grecia. Me refiero a los aportes de Hipócrates, Aristóteles, Platón, etc… quienes tenían interés en comprender dónde se encontraba el “alma” humana, en qué parte del cuerpo, quién nos “manejaba”… ¿eran los fluidos corporales? ¿Era un espíritu? Platón decía que el cuerpo pertenecía al terreno material pero el alma a un mundo inmortal, a un mundo de las ideas. Pero dónde se encontraba el alma, en qué parte del cuerpo ¿era en el pecho? ¿en el corazón? ¿en el diafragma? ¿o en la cosa viscoza dentro de la cabeza?
Aunque Galeno, mediante sus estudios, concluyó que el cerebro es lo que percibe las sensaciones y la voluntad de los movimientos, hasta el día de hoy seguimos con el enigma de dónde se encuentran los pensamientos, cómo nacen, cómo se ven pues en el cerebro aún hay incógnitas que envuelven a la mente humana.
Hoy, a 19 años de mi primer celebración del día del psicólogo estudiando la universidad, valoro y sigo estudiando cada vez más la función tan vital que tenemos en la sociedad; las enfermedades mentales, las adversidades sociales, la vulnerabilidad del ser humano, la atención que se requiere para nuestra supervivencia y nuestra constante evolución, por lo que mi compromiso continuamente se fortalece con mi vocación, con mi trabajo y con mis clientes.
Felicidades a mis admirados maestros, que trascendieron en mi quehacer y mi amor por esta disciplina, a mis colegas de quienes también sigo aprendiendo y me acompaño y a mis clientes quienes me permiten hablarle a su alma.