Quiero compartirte un poquito de historia para entender el contexto de la monogamia y la diferencia entre su inicio y la actualidad. Afortunadamente, lejos estamos de aquel tiempo en el que se originó la monogamia; te comento que el filosofo Engels dejo dicho en su libro “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado” que la monogamia, en parte, surge de la necesidad de asegurar que los bienes de un hombre permanecieran en poder de su descendencia, porque en aquel momento de la historia, la única manera de garantizar la legitimidad del hijo, era a través del matrimonio.
Por otro lado, es importante también mencionar que la monogamia en los seres humanos es más una construcción social que un componente biológico, así que el desear vivir juntos por siempre, es más una decisión que algo que naturalmente suceda.
Hoy en día las relaciones nada tienen que ver con lo anterior, sin embargo, seguimos deseando disfrutar una relación de pareja. Las ciencias sociales han dejado algo muy claro, nuestra dinámica social es compleja y cambiante, tan es así que fácilmente te puedes dar cuenta en la brecha generacional entre tus abuelos, tus padres y tú mismo. Parte de esa complejidad está palpable en la forma de seguir juzgando con valores de antaño situaciones actuales, por ejemplo: quizás nuestros abuelos se casaron y el matrimonio duró toda la vida porque antes “era mal visto divorciarse”, también, significaba una verdadera desgracia y fracaso, pero hoy en día el divorcio lo percibimos como algo que ocurre frecuentemente y la vida continúa. Antes lo que se tenía que hacer era tener pareja, casarte y procrear, ahora hay una gran diversidad de opciones que podemos decidir experimentar.
Nos damos cuenta que en la actualidad la monogamia es más una elección por convicción personal, que satisfaga otros aspectos de nuestra vida, que una necesidad para asegurar la manutención de la mujer, heredar bienes, o simplemente por la creencia de que “así es la vida”.
Me enfocaré en la importancia de los valores morales como uno de los elementos pilares que edifican una relación constructiva. Porque, si estar en una relación de pareja es algo que ahora deseamos sin obligación, lo ideal sería que estemos ahí por lo que podemos brindar de manera reciproca y aportar al bienestar emocional y mental de cada uno.
Nos han mostrado que cuando hablamos de valores, alguien bosteza, pone cara de aburrido y terminamos asumiendo que los valores en cualquier tema es darle “mucha seriedad”… ¡Vamos, la vida es muy corta para ser tan serios! No negaré que hay momentos donde uno se la pasa mejor despeinado ¡hasta que te estás secando las lagrimas, la ansiedad te consume, y te encuentras en una situación sin pies ni cabeza!
El filosofo Sartre alguna vez señaló que en una sociedad “sin valores, todo estaría permitido”. Sin meterme tanto en la filosofía y para fines prácticos, entendamos que los valores son conceptos creados por la humanidad y para la humanidad que definen lo que aceptamos o no en la interacción dentro de un grupo de personas. No estamos solos en el mundo, y para su funcionamiento social los valores son indispensables, porque de eso depende mi libertad en convivencia con la tuya. Y el punto lo reduciré enfocado en la pareja. La relación de pareja, del género que sea, es al final un reflejo de nosotros, como integrantes de la sociedad, ya lo dijo Boszormeny-Nagy “una sociedad es tan adecuada como lo permite el estado emocional de los individuos que la integran”.
Una de las dificultades que usualmente atiendo como motivo de consulta, es el no poder confiar en la pareja. Cuando trabajamos en la terapia, en algunos casos es evidente la diferencia entre los valores personales, y/o la nula o escasa práctica de valores morales básicos como el respeto, honestidad, lealtad… Los valores son de carácter subjetivo y dependen de cada persona, o sea que alguien puede practicar más uno que otros, y aplicarlos en diferentes situaciones, cabe destacar que el practicarlos forma parte de la imagen del tipo de personas que definimos ser, como una carta de presentación.
Te voy a poner un ejemplo: supongamos que en una pareja, no importa el género, están pasando por un problema. B y C son dos personas que tienen un año de relación, sin embargo, C se ha sentido últimamente incómoda con algunos comportamientos de B, como que B no cumple lo que promete, le ha cancelado planes en más de una ocasión, por otro lado le ha puesto sobrenombres que hacen referencia a partes de su cuerpo y se siente mal y cuando tienen un problema C ha mentido con tal de no dialogar a profundidad porque cree que se dañaría más la relación. Por lo que C siente que no puede confiar en B, no se siente segura y a parte le lastima que le llame de formas que resalten la inseguridad que ella dice tener con su cuerpo. Como te podrás dar cuenta, este es un claro ejemplo de una pareja con conductas que reflejan antivalores: como la mentira o deshonestidad, los insultos o falta de respeto y poco compromiso; por lo tanto, en la pareja afectada se genera una sensación de incertidumbre, malestar y confusión.
Si esas conductas guiadas por los antivalores fueran cambiadas por los valores luciría algo así: B y C son dos personas que tienen un año de relación; C se ha sentido en un ambiente seguro y confiable con B; B ha tenido que cancelar algunas cosas que ha prometido, sin embargo, ha tratado de demostrar sus compromiso con la relación tomando en cuenta a C y C ha comprendido que a veces hay razones de fuerza mayor que le han impedido a B cumplir todos los planes que acuerdan. Por otro lado B, en una ocasión le ha llamado con un sobrenombre a C que hizo referencia a partes de su cuerpo a lo que C le pidió que no la llamara de esa manera, ya que le parecía una falta de respeto, por lo que B entendió, se disculpó y no lo volvió a hacer. Finalmente, cuando tienen un problema C ha admitido tener miedo de dialogar porque cree que se dañaría más la relación, a lo que B le ha brindado la escucha y validado sus emociones, y como resultado ha proporcionado un ambiente de confianza para que C a su tiempo pueda abrirse más y sea posible resolver conflictos de mejor manera.
Con este sencillo ejemplo espero mostrar que los valores entre más se practiquen, no sólo en la relación de pareja, sino en cualquier dinámica social, incluso en la individualidad, más confianza, seguridad, y certeza podremos construir, lo que genera un fuerte pilar para enfrentar problemas o adversidades que todos tenemos en nuestra vida cotidiana.
Así que si es tu elección tener una relación de pareja, recuerda que ejercer el respeto, compromiso, lealtad, sinceridad, responsabilidad, comprensión, y demás valores, traerá mejores probabilidades de construir una vida juntos, tomar mejores decisiones y alimentar el amor, porque el amor no es un sentimiento, es un compromiso que decides tener contigo mismo y con tu pareja.