Más de un colega coincidirá con lo siguiente: es común que escuchemos la frase “Y eso que es/eres psicólogo” refiriéndose a una situación o dificultad que enfrentamos en nuestra vida cotidiana; la frase es susceptible de libre interpretación, por lo que expresaré la mía. Parece que lo dicen como si uno que se formó profesionalmente en el área de salud mental, tuviéramos la respuesta y solución para todo y al no cumplirse esa expectativa, somos acreedores a la descalificación.
Hay que tener presente que ni la psicología trata únicamente la salud mental, ni mucho menos existe una solución maestra para las implicaciones de la subjetividad humana. Veamos de manera más detallada estos conceptos. La psicología se puede definir básicamente como el estudio de la mente o conducta humana, y es el estudio de nunca acabar, pues la persona o el individuo son seres en un cambio y construcción continua (he aquí por qué tenemos que estar en constante actualización, pero eso será tema en otro momento); la conducta de la persona se puede estudiar de manera individual o socialmente. Y voy a parar aquí, porque para fines de lo que quiero expresar, ahondar en el tema, sólo me desviará.
Regresando al punto de la salud mental, es un aspecto que todos, incluidos los psicólogos, debemos tomar con responsabilidad, como bien lo dijo Boszormenyi-Nagy “Una sociedad es tan adecuada como lo permite el estado emocional de los individuos que la integran”, así pues, precisamente como psicólogos es nuestro deber como personas y como profesionales poner el ejemplo.
Debo puntualizar que tu profesional de la salud, es un ser humano antes que psicólogo, es un ser individual que cumple roles, como empleado, pareja, madre, amigo, etcétera. Así que, como tú o como yo, el psicólogo puede enfrentar dificultades incluido el estrés laboral, dificultades en la pareja, dudar de sí mismo, hasta un trastorno de depresión.
Tanto tu psicólogo, el mío, o yo en mi rol de psicóloga, tenemos en común que estudiamos para dedicarnos a la aplicación del conocimiento y de las técnicas terapéuticas, sin embargo esto no nos hace inmunes al sufrimiento, a la ansiedad, a los eventos traumáticos. Eso sí, trabajamos en nosotros mismos para realizar nuestro deber desde la objetividad, separando lo que sentimos, lo que creemos, nuestros prejuicios de la situación que estamos tratando en terapia y poder proceder de manera apropiada. Te pondré un ejemplo de nuestra labor: imagina que un gran número de personas que vemos al mes, acuden usualmente por un malestar emocional, un dolor, una pérdida; cada individuo que vemos sufrir, nos impacta de diferentes maneras, desde generar en nosotros sentimientos, entre ellos: la compasión, tristeza, la indignación.
Por lo anterior, estamos en un constante monitoreo para que lo que nos ocurra en la vida personal, no se mezcle con nuestro trabajo, o viceversa, y a demás ¡qué nosotros y nuestra mente son nuestro principal instrumento de trabajo! Así que ¡con mayor razón nos tenemos que cuidar como a nadie y antes que a nadie!
Entonces, ya lo sabes. Tu psicólogo, psicoterapeuta, orientador, o quien se dedique a promover y cuidar la salud mental, también requiere en algún momento de su vida, la atención psicológica y de salud pertinente. Considera que así como tú, él o ella están siendo responsables para sí mismos y para brindarte un mejor servicio.
Admiro que hayas llegado hasta aquí y que te des la oportunidad de conocer más sobre esta noble profesión. Recuerda ¡no más prejuicios y a hablar más de salud mental!